El escudo: poderío del Marqués de Villena

VÁZQUEZ HERNÁNDEZ, Vicente (2007). “La heráldica de castillo de Sax”, El Castillo de Sax, primavera 2010, nº 29, pp. primera - decimosegunda.

“El escudo heráldico del castillo de Sax está situado en el lienzo de muralla semicircular entre las dos torres, en la vertiente sur de la Peña.

Las primeras referencias a dicho escudo las proporciona en el último tercio del siglo XVIII Bernardo Espinalt, en su obra “Atlante Español”, cuando en el capítulo dedicado a Sax señaló lo siguiente: “… está al pie, y abrigo de una peña escarpada, en medio de su fertilísima Vega, en cuya peña hay dos Castillos: su Alcayde es el Excelentísimo Señor Duque de Arcos… con un Escudo de Armas, que son las quatro sangrientas Barras de Aragón, que entonces usaba…”

En la última década del siglo XVIII, José Montesinos, en su obra “Compendio Oriolano”, vuelve a citar el escudo de armas del castillo: “… y por la parte de Poniente un fuerte despeñadero, y un Puente elevadizo, por el que solo pueden entrar dos hombres de frente; con un Escudo de Armas, que son las quatro Sangrientas Barras de Aragón, que entonces usaba”.

También las “Relaciones Geográficas” de Tomás López inciden en dicho escudo: “La mui noble, leal y fidelísima villa de Sax… está situada al pie y Oriente de una montaña, coronada por dos castillos, con las armas de Aragón”.

Más de cien años después, en la primera década del siglo veinte, Bernardo Herrero, en su “Historia de Sax”, indica lo siguiente en el capítulo VII al escribir sobre el castillo: “… También atribuimos a los romanos la muralla donde debió  estar la entrada a la fortaleza, y el muro, que arrancando de la esquina del anterior castillo, se prolonga hasta la mitad de la explanada, por delante de la gran cisterna abierta por los moros en la roca. Ofrece este muro en su centro un saliente curvo donde está colocado el escudo de Aragón…”

Aunque el manuscrito está fechado en 1905, Bernardo Herrero fue añadiéndole notas adicionales o apéndices, en los que incluyó una serie de cartas cruzadas con su amigo, el farmacéutico Baldomero Viñas, a propósito de la visita que en septiembre de 1908 hizo a Sax D. Manuel González Simancas, en concepto de comisionado por el Ministerio de Instrucción Pública y de la Academia de Bellas Artes, para el estudio artístico-arqueológico de las provincias de Levante.

Así, el 9 de septiembre, Baldomero Viñas le escribe a Bernardo Herrero: “… Hemos quedado en remitir a ese señor una fotografía detallada del castillo, y a ser posible, quedé yo en el encargo de dibujar el escudo esculpido en el cubo del castillo mismo, y sospecho que me voy a ver negro para poder cumplir mi encargo, pues ya sabe Vd. lo dificultoso que está aquello. Ya veremos…”

Y el 12 de octubre continúa: “… También le mando copia del escudo del castillo, que jamás imaginé que pudiera ser así, pues el no haber tenido interés en copiarlo, después de tantos años como llevo aquí, ha sido porque siempre creía que las armas del sello del Ayuntamiento eran las mismas que figuraban en el castillo.

Excuso decir a Ud. las fatigas que me ha costado poderlo copiar, y aun así me temo que resulte incompleto, porque lo he copiado desde el tejado de la ermita de San Blas con un anteojo, y no he podido dibujarlo con la exactitud que deseaba.

He aquí lo que, sobre poco más o menos, digo al Sr. González Simancas respecto al escudo: “En la bordura de los cuarteles 1º y 4º se ven unos así como puntos más o menos grandes y de forma irregular (::), que yo imagino serán aspas destruidas en parte por la acción del tiempo, y como tales las coloco en el diseño.

Una cosa análoga me ocurre con las figuras de la banda o cotiza, que está cargada con dos cruces cuya forma se asemeja a las de Calatrava, y que yo he dibujado en forma de cruces ancoradas.

Las figuras de los otros cuarteles las he copiado lo más exactamente posible, y tienen toda la forma de calderas con sus correspondientes aspas a los lados. Y nada más.

¿De dónde sacó Ud. que tal escudo tenía las barras de Aragón como me dice en una carta? Yo creo que deben verse las armas de las casas de Maqueda y de Altamira”.

En fechas posteriores, Bernardo Herrero le contestó a su amigo farmacéutico: “… Y para terminar, voy a contarle de dónde saqué, o mejor dicho, cómo pude ver en tal escudo las barras de Aragón.

Allá por el año 1876 al 77, cuando aún era médico titular de Sax, una tarde, que subí solo al castillo, me ocurrió la imprudencia de bajar al pie del cubo donde está el escudo, para enterarme de lo que en él había. Me es imposible pintarle el terror de que fui preso, cuando me di cuenta de la temeridad que había cometido, pues sólo por resbalar un pie, bajo rodando hasta llegar hecho gigote a la plazuela de San Blas. No hay que decir que debí quedar casi ciego en aquel minuto de suprema angustia, en que sólo predominaba el instinto de conservación, mas sin embargo, creí ver en dos de los cuarteles del escudo las consabidas barras, como pudiera figurarme castillos y leones, o el sol y la luna, y hasta la Osa Mayor…”

Pocos años después, en la década de los años veinte, el historiador sajeño Francisco Juan y Marco, tuvo acceso al manuscrito de la “Historia de Sax” de Bernardo Herrero, y con el dibujo realizado por el licenciado Viñas y sus conocimientos de genealogía y heráldica, de los que dejó constancia en obras como “De mi archivo” y “Genealogías”, pudo relacionar debidamente el escudo del castillo de Sax con Juan Pacheco, Marqués de Villena, en la obra conjunta “La villa de Sax”, publicada en 1923:

“En mi humilde opinión, los emblemas del escudo del castillo de Sax, pertenecen a alguna de las Casas que lo poseyeron, y lo más probable, al marqués de Villena D. Juan Pacheco”.

Señalando que “Usan por escudo de armas: de plata dos calderas endentadas en faja de oro y de gules, la una sobre la otra, con tres serpientes de oro salientes en cada lado de las asas, una hacia adentro y dos hacia fuera, que es Pacheco. Y lo que parecen cruces en el escudo del castillo de Sax, bien pudieran ser cuñas que corresponden al apellido Acuña”.

Continuando con el estudio del escudo del castillo, décadas después, en la Revista de Fiestas de Moros y Cristianos de 1967, Francisco Ochoa Barceló, publica un artículo titulado “El escudo del castillo de Sax”, donde señalaba su pertenencia a don Juan Pacheco, Marqués de Villena y Maestre de la Orden Militar de Santiago, explicando que:

“El escudo se ha ido desdibujando; ya casi es imposible ver todas las figuras o armas que hay en él, si bien aún puede precisarse que se trata de un escudo cuartelado; que en los cuarteles 1º y 4º hay como una banda dentro de un recuadro, y alrededor de ésta hay como unos signos; y en los cuarteles 2º y 3º hay lo que pueden ser dos calderas, y junto a las asas de éstas, otros signos ya indescifrables…

… En los cuarteles 1º y 4º están representados los blasones de la Casa de Acuña, pues con esta familia entroncaron los Pachecos, y al formar don Juan Pacheco su escudo adoptó estas armas, pues no quiso olvidar su condición de Jefe y cabeza de un linaje descendiente de esta Casa”.

Así vemos, según los hermanos García Carraffa, en su Enciclopedia del Blasón, que don Pay Gutiérrez, cabeza de los Acuña, fue guerrero muy esforzado, que se halló con el Rey Don Alfonso I de Portugal en una batalla contra los moros, y como fueron éstos vencidos, se refugiaron en una ciudad de aquel reino, y para evitar que pudieran salir de aquella población, ni pudieran llegar otros moros a socorrerlos, hizo don Pay Gutiérrez cerrar con cuñas de hierro los pasos por donde pudieran escapar los moros, viendo con ello realizado su objetivo y complacidos los deseos del Rey, que en memoria de esta singular hazaña, le autorizó poner en su escudo, sobre campo de oro, nueve cuñas. Comenzaron entonces a llamarse Acuña, y de ahí el tronco de este apellido. Así, don Pay Gutiérrez llevaba en su escudo, sobre campo de oro, nueve cuñas colocadas, 3, 3 y 3 y en la bordura del mismo, los cinco escudetes de las armas de Portugal.

Entre sus descendientes, a través de diferentes enlaces llegamos hasta el abuelo de don Juan Pacheco, don Martín Vázquez de Acuña, (emparentado con la familia real portuguesa), casado con doña Teresa Téllez Girón. Nació en segundo lugar don Alonso Téllez Girón, que casó con doña María Pacheco, y llegamos al escudo de armas de don Juan Pacheco en el castillo.

Así, comenzando en sus cuarteles 1º y 4º, se inscriben las siguientes armas: una banda, cargada de nueve cuñas, puestas 3, 3 y 3, (ACUÑA), y entre estas cuñas dos cruces floreteadas, que son PEREYRA; la bordura cargada de cinco escudetes, sobrecargado cada uno de cinco bezantes colocados en sotuer o aspa, marcado cada bezante de un punto, que es PORTUGAL.

En los cuarteles 2º y 3º están representadas las armas de PACHECO: dos calderas, cargadas cada una de cinco fajas, endentadas o gironadas, que son el distintivo de GIRÓN, y de cada caldera, al lado de las asas, salen ocho cabezas de serpiente, cuatro en cada asa. Estas serpientes son símbolo del linaje de PACHECO, y demuestran la prudencia de sus descendientes…”

Como bien señaló Francisco Ochoa Barceló, el mismo escudo del castillo de Sax se encuentra en el Castillo de la Atalaya de Villena, en el de Almansa y en el de Chinchilla, entre otros.

            Continuando con el estudio del escudo del castillo, pocos años después, en 1974, fue D. José María Soler, gran historiador e investigador villenense, y cronista oficial de la ciudad de Villena, quien relacionó uno de los escudos pintados en el castillo de embajadas, inaugurado en 1925, con el dibujo del escudo del castillo que aparece en la “Historia de Sax” de Bernardo Herrero, indicando la necesidad de corregirlo, pues, en palabras de D. José María Soler, “quizá sea ésta, para los tiempos que corremos, una cuestión baladí, pero ha venido a nuestra pluma después de parar mientes en uno de los escudetes pintados en el castillo de Embajadas que se planta en Sax por estas fechas, y que es un calco del que don Bernardo Herrero inserta en su “Historia”, con el aditamiento de unos colores totalmente caprichosos. Si hemos de “purificar” la fiesta –y es ésta una de las misiones que se propone el próximo “Congreso Nacional de Fiestas de Moros y Cristianos”-, no debemos descuidar ningún detalle, aunque sea tan nimio como el que nos ha movido a escribir estas breves líneas”, señalando D. José María Soler que el escudo del Marqués de Villena también se conservaba “en los castillos de Villena, Almansa, Chinchilla y Belmonte, entre otros, y en las abundantes capillas y sepulturas del monasterio de El Parral (en Segovia)”.

Cuando en 1999 se inauguró el nuevo castillo de fiestas, la Mayordomía de San Blas cumplió el deseo de D. José María Soler, pues los dos escudos que se pintaron en ambos lados de la puerta, el del infante D. Juan Manuel y el del D. Juan Pacheco, marqués de Villena, se realizaron con criterios heráldicos.

La referencia a las armas de don Juan Pacheco en los castillos de Villena, Almansa, Chinchilla y Belmonte sirvió a Simón García y Segura Herrero, en su capítulo sobre el castillo de Sax dentro de la obra titulada “Castillos y torres del Vinalopó”, publicada en 2001, para matizar la cronología de la torre del homenaje del castillo de Sax, pues aunque la ausencia de defensas verticales y propias de la artillería, han hecho suponer un origen para ésta en el siglo XIV, la presencia del escudo de armas de Juan Pacheco, primer marqués de Villena (1445-1468), en el paramento semicircular existente entre ambas torres, denota que el marqués debió ordenar y sufragar la ejecución de un amplio programa de reformas en los castillos bajo su señorío, señalando que en su época el castillo sajeño experimentó una gran actividad constructiva, dotándole de un aspecto parecido al que presenta hoy en día.

Más recientemente, en el año 2006, y en el tomo III de la gran “Historia de Sax” editada por la Comparsa de Moros, los citados autores José Luis Simón y Gabriel Segura han escrito el más completo y documentado estudio sobre el castillo de Sax, distinguiendo dos posibles fases en la construcción de la torre del homenaje, quizá escasamente diferenciadas en el tiempo, pero con concepciones y tradiciones constructivas diferentes. Así, del siglo XIV serían elementos como la escalera de arcos apuntados, la tipología de las puertas interiores y la falta de abocinamiento de los vanos; mientras que al siglo XV pueden atribuirse la decoración exterior, a base de rejuntado sobre elevado y el escudo heráldico situado en el muro existente entre ambas torres, adscrito a Juan Pacheco.

En este capítulo, ambos autores vuelven a incidir en algunas peculiaridades del castillo, al detectar que “la fábrica de mampostería de la torre se encuentra parcialmente rejuntada mediante la aplicación de mortero de cal en resalte con motivos ovoides y adornado mediante la incrustación de nódulos férricos cuando el mortero todavía estaba fresco”. Indicando expresamente, al describir la torre maestra, que “los rejuntados de las caras exteriores se efectúan con mortero, tienen una forma ovoide, y están adornados con escorias de hierro y con un encuentro con la sillería perfectamente regular, hasta el punto de que las escorias se disponen simétricamente formando un motivo quíntuple como el de la cara de un dado”. Este motivo de decoración con rejuntados también se encuentra en los castillos de Belmonte y Garci-Muñoz, Chinchilla, Almansa, Villena y Jumilla. Un hecho singular es que en el castillo de Sax dicha técnica se encuentra en las cuatro caras de la torre, pero de forma súbita, lineal y precisa se interrumpe a la altura del forjado de la planta superior.

Algunas de las características del castillo, desde la solidez y elegancia de la torre, con los adornos férricos, hasta el muro meridional del recinto superior, donde se halla el escudo, muestran muchas de las claves de los signos de poder de la época, pues para estos autores, la construcción de este muro debemos relacionarla con la instalación del escudo heráldico de don Juan Pacheco, propietario de dicha fortaleza y uno de los hombres más poderosos de su época. Tenemos, de este modo, un elemento militar cuyo objetivo es la propaganda ideológica de carácter nobiliario y no un elemento defensivo propiamente dicho.

Quisiera ahora aportarles mi pequeño granito de arena, mi contribución ampliando el horizonte de la cuestión, pues en mi opinión, la presencia de las armas del Marqués de Villena en el castillo de Sax no se circunscriben a este escudo, sino que escudetes con cinco bezantes puestos en aspa (que según la tradición heráldica portuguesa representa las cinco llagas de Cristo) es lo que podemos observar en los nódulos férricos del rejuntado exterior de las caras sur y oeste de la torre del homenaje, que los autores citados identificaban como la cara de un dado, y que se trataría de un adorno heráldico basado en las armas de D. Juan Pacheco, que remarcaría su origen portugués, y situaría en su época como Marqués de Villena la finalización de la torre del homenaje, en la que prima su función simbólica y militar sobre la residencial, en un claro intento de acentuar la importancia del castillo como lugar estratégico para el control de los caminos del valle del Vinalopó, principal ruta de comunicación entre la costa y la meseta; y vigilante de una amplia frontera del Reino de Valencia por parte de la corona castellana, al mismo tiempo que enfatiza la calidad nobiliaria, de ascendencia portuguesa, de su propietario.

Como familia procedente de la nobleza portuguesa, habiéndose exiliado en Castilla tras la batalla de Aljubarrota en 1385, no quisieron olvidar sus raíces portuguesas.   Don Juan Pacheco, nacido en 1419, hijo de Alonso Téllez-Girón y María Pacheco, tomó el apellido de su madre y llegaría a ser primer Marqués de Villena, Conde de Xiquena, Duque de Escalona, Maestre de Santiago y gran valido del rey Don Enrique IV de Castilla.

Según un manuscrito de la Biblioteca Nacional, referente a las armas del Marqués de Villena:    “… El dicho D. Alonso Téllez y los otros señores de la casa han usado de las referidas 9 cuñas en una banda de oro duplicándolas (por hermosura) en dos órdenes y en medio una cruz roja buidada y floreteada, y en campo de plata una orla con dichas armas de Portugal que son 5 escudetes azules y en cada uno 5 puntos de plata…”

Cinco escudetes de azur con cinco bezantes de plata puestos en sotuer y marcado cada uno, en el centro, de un punto de sable, que son las quinas de Portugal, armas de aquel reino desde que Alfonso III las incluyó en las armas reales portuguesas, hacia mediados del siglo XIII. Adornos que podemos observar en los muros del castillo de Sax.

Según la tradición portuguesa, los cinco puntos blancos (bezantes) de los escudetes hacen referencia a una leyenda relativa al primer rey de Portugal, Alfonso I, cuando antes de la batalla de Ourique, el 26 de julio de 1139, mientras el rey rogaba por el pueblo portugués se le apareció Jesús en la cruz. El rey ganó la batalla y, como muestra de gratitud, incorporó las cinco llagas de Cristo (los estigmas) en su bandera. Este mito, similar al ocurrido con el emperador romano Constantino, parece que fue forjado para obtener el reconocimiento del rey portugués por parte de la Santa Sede. Según otra leyenda, los cinco escudetes representarían a los cinco reyes moros derrotados en la mencionada batalla de Ourique.

De esta manera, en mi opinión, la decoración de nódulos férricos de los muros de la torre del homenaje, incluyendo las quinas de Portugal, es otra forma de reforzar la importancia del castillo de Sax como símbolo de poder, del poder feudal en este caso, por parte del Marqués de Villena, para que no olvidasen nuestros antepasados, moradores de la villa de Sax, extendida a los pies del castillo, quien era su señor.

Pero, ¿y si realmente existió un escudo con las armas de Aragón en el castillo de Sax, como nos indican los textos del siglo XVIII? Como en muchas otras ocasiones, las leyendas pueden tener un poso de verdad, y en esta ocasión también podría ser así, pues hace ya varios años que Francisco José Gil Peláez me indicó la posible presencia de unas pinturas en el castillo, en las que parecían apreciarse unas manchas rojas, en la pared norte de la escalera de acceso a la terraza. Pronto llegué a la conclusión de que podría tratarse del escudo heráldico del conde de Cocentaina, que había sido alcaide del castillo de Sax, a finales del siglo XV, tras la incorporación de Sax a la Corona de los Reyes Católicos.

Hace dos años, con motivo de mi participación en la exposición “Grafitis” organizada por el MARQ (Museo Arqueológico de Alicante), volví a interesarme por dichas pinturas, en las que se pueden apreciar las manchas rojas, en forma de líneas verticales, que podrían identificarse con las barras del escudo de Aragón, y que también se hallan en uno de los cuarteles del escudo del Conde de Cocentaina, cuyo estudio comencé hace más de una década, mientras realizaba una investigación sobre el escudo heráldico de la vecina villa de Petrer, llegando a la deducción de que los dragones y la cabeza que figuran en el mismo provenían de la serpiente con cabeza de mujer que acompañaba las armas heráldicas del conde de Cocentaina, de la familia Corella, que en el siglo XV habían poseído el Señorío de Elda, integrado también por Petrer y Salinas.

Pues bien, en el palacio condal de Cocentaina, en el techo de la sala dorada, se hallan unas pinturas restauradas hace pocos años, que nos muestran con todo su esplendor la heráldica de esta familia noble, que alcanzó grandes cotas de poder en el Reino de Valencia durante el siglo XV, llegando a ser gobernadores generales de dicho reino. Y recibiendo en 1448 el título de Conde de Cocentaina Ximén Pérez de Corella, copero mayor del rey Alfonso V el Magnánimo. Una de las peculiaridades que podemos observar en dichos escudos es que en sus cuarteles aparecen las armas reales de la Corona de Aragón: cuatro palos de gules sobre campo de oro.

El padre Fullana Mira, en su historia del condado de Cocentaina, explica de la siguiente manera la concesión de las armas reales a Ximén Pérez de Corella, con motivo de la conquista de Nápoles: “Cuando el Rey D. Alfonso vio en sus manos las llaves de la ciudad de Nápoles, rebosando de gozo su corazón y comprendiendo al mismo tiempo que el feliz éxito de aquella empresa era debido casi exclusivamente a la pericia y arrojo del intrépido Jimén Pérez de Corella, no hallando en aquellos momentos dádiva proporcionada al mérito de su consejero y capitán, deseando, por otra parte, recompensarle con alguna merced que perpetuara en él y en sus descendientes la heroica acción que acababa de realizar, le concedió libre y espontáneamente el uso de sus propias armas, de aquellas mismas armas que él usaba como Rey de Aragón y de las dos Sicilias, para que perpetuamente las usase también en combinación con las suyas; y no solamente él, sino todos sus herederos y sucesores y cuantos en lo sucesivo llevasen el apellido Corella y acreditasen ser sus legítimos descendientes; y que las pudiesen pintar o esculpir en sus estandartes, en sus escudos, en las paredes, en sus sellos y en cualquier otra forma, según les pareciese y fuese su voluntad; y que las pudiesen llevar lo mismo en tiempo de paz que de guerra, no obstante las leyes y costumbres en contrario que prohíben a los particulares usar las armas del rey”.

No debemos de extrañarnos que aparecieran pintadas en algún lugar del castillo las armas de los Corella, condes de Cocentaina, pues en sendos inventarios de 1478 y 1492, que me facilitó el investigador valenciano, de origen biarense, Jaime Richart, y cuya transcripción del inventario de 1492 se publicó en la revista de fiestas del año 2000, aparecen las armas del conde en tres objetos diferentes:

En el castillo: Una bandera con las armas del Sr. Conde de Cocentaina.

En la capilla de San Jorge: Siete paveses (escudo oblongo y largo que cubría buena parte del cuerpo), cuatro grandes pintados y tres pequeños con las armas del Sr. Conde.

En la cámara de la torre: Un pavés con las armas de dicho Sr. Conde.

Y cabe en lo posible que también se pintase el escudo del conde en alguna de las paredes del castillo, o un cuartel del mismo, como las armas reales de Aragón, de las que le había hecho merced Alfonso V, pues como decía el padre Fullana en la cita anterior: “que las pudiesen pintar o esculpir en sus estandartes, en sus escudos, en las paredes, en sus sellos y en cualquier otra forma, según les pareciese y fuese su voluntad”, pues, en mi opinión, el conde de Cocentaina no querría ser menos que el Marqués de Villena, del que ya hemos visto su escudo en las murallas del castillo, y a cuyo hijo, Diego López Pacheco, había contribuido a derrotar en la Guerra del Marquesado de 1476.

En relación con la excepcionalidad que supone para un noble llevar las armas del Reino, debemos entender, según mi opinión, la presencia de una serpiente con cabeza de mujer y tres cuernecillos en la divisa del escudo del conde de Cocentaina, que podemos equiparar con un basilisco, animal mitológico con cuerpo de serpiente, cuyo nombre es el diminutivo del griego “basileus”, que también significa “pequeño rey”, y como tal se consideraba el conde, Gobernador General vitalicio en Valencia.

En el Renacimiento, el basilisco es considerado como símbolo de eternidad; por ejemplo, Durero remata con un basilisco la corona del emperador Maximiliano, para resaltar la grandeza de su poder. Esta doble lectura iconológica y simbólica de los blasones es una característica de esta época de transición entre el mundo medieval y el moderno, y en mi opinión, la heráldica del Conde de Cocentaina es un claro ejemplo de lo expuesto”.

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