Una torre muy bien decorada

VÁZQUEZ HERNÁNDEZ, Vicente (1996). Sax, ayer y hoy en la plumilla de Pedro Estevan, Sax, Mayordomía de San Blas, 255 pp.

pp. 100-102: El Castillo

“La gran torre del Homenaje, cuadrada, de unos 15 metros de altura, y realizada en mampostería y sillería en los refuerzos, construida hacia el siglo XIV, tiene tres plantas cubiertas con bóvedas de medio cañón”.

pp. 176-178: Desde el Molino

“La Torre del Homenaje, con su fuerte sillería en las esquinas, la mampostería alineada hecha con piedras sensiblemente iguales y sentada sobre mortero de cal, rejuntada con esa especie de esgrafiado que muestran una técnica mudéjar, la escalera concebida con una misma mentalidad, con las bovedillas de cantería de una misma traza, y las marcas de los canteros constructores, nos habla de su similitud con la torre triangular del castillo de La Mola, de Novelda”.

VÁZQUEZ HERNÁNDEZ, Vicente (2007). “La heráldica de castillo de Sax”, El Castillo de Sax, primavera 2010, nº 29, pp. primera- decimosegunda.

“Quisiera ahora aportarles mi pequeño granito de arena, mi contribución ampliando el horizonte de la cuestión, pues en mi opinión, la presencia de las armas del Marqués de Villena en el castillo de Sax no se circunscriben a este escudo, sino que escudetes con cinco bezantes puestos en aspa (que según la tradición heráldica portuguesa representa las cinco llagas de Cristo) es lo que podemos observar en los nódulos férricos del rejuntado exterior de las caras sur y oeste de la torre del homenaje, que los autores citados identificaban como la cara de un dado, y que se trataría de un adorno heráldico basado en las armas de D. Juan Pacheco, que remarcaría su origen portugués, y situaría en su época como Marqués de Villena la finalización de la torre del homenaje, en la que prima su función simbólica y militar sobre la residencial, en un claro intento de acentuar la importancia del castillo como lugar estratégico para el control de los caminos del valle del Vinalopó, principal ruta de comunicación entre la costa y la meseta; y vigilante de una amplia frontera del Reino de Valencia por parte de la corona castellana, al mismo tiempo que enfatiza la calidad nobiliaria, de ascendencia portuguesa, de su propietario.

Como familia procedente de la nobleza portuguesa, habiéndose exiliado en Castilla tras la batalla de Aljubarrota en 1385, no quisieron olvidar sus raíces portuguesas. Don Juan Pacheco, nacido en 1419, hijo de Alonso Téllez-Girón y María Pacheco, tomó el apellido de su madre y llegaría a ser primer Marqués de Villena, Conde de Xiquena, Duque de Escalona, Maestre de Santiago y gran valido del rey Don Enrique IV de Castilla.

Según un manuscrito de la Biblioteca Nacional, referente a las armas del Marqués de Villena: “… El dicho D. Alonso Téllez y los otros señores de la casa han usado de las referidas 9 cuñas en una banda de oro duplicándolas (por hermosura) en dos órdenes y en medio una cruz roja buidada y floreteada, y en campo de plata una orla con dichas armas de Portugal que son 5 escudetes azules y en cada uno 5 puntos de plata…”

Cinco escudetes de azur con cinco bezantes de plata puestos en sotuer y marcado cada uno, en el centro, de un punto de sable, que son las quinas de Portugal, armas de aquel reino desde que Alfonso III las incluyó en las armas reales portuguesas, hacia mediados del siglo XIII. Adornos que podemos observar en los muros del castillo de Sax.

Según la tradición portuguesa, los cinco puntos blancos (bezantes) de los escudetes hacen referencia a una leyenda relativa al primer rey de Portugal, Alfonso I, cuando antes de la batalla de Ourique, el 26 de julio de 1139, mientras el rey rogaba por el pueblo portugués se le apareció Jesús en la cruz. El rey ganó la batalla y, como muestra de gratitud, incorporó las cinco llagas de Cristo (los estigmas) en su bandera. Este mito, similar al ocurrido con el emperador romano Constantino, parece que fue forjado para obtener el reconocimiento del rey portugués por parte de la Santa Sede. Según otra leyenda, los cinco escudetes representarían a los cinco reyes moros derrotados en la mencionada batalla de Ourique.

De esta manera, en mi opinión, la decoración de nódulos férricos de los muros de la torre del homenaje, incluyendo las quinas de Portugal, es otra forma de reforzar la importancia del castillo de Sax como símbolo de poder, del poder feudal en este caso, por parte del Marqués de Villena, para que no olvidasen nuestros antepasados, moradores de la villa de Sax, extendida a los pies del castillo, quien era su señor”.

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