Unas defensas a través del tiempo

VÁZQUEZ HERNÁNDEZ, Vicente (1996). Sax, ayer y hoy en la plumilla de Pedro Estevan, Sax, Mayordomía de San Blas, 255 pp.

pp. 176-178: Desde el Molino.

“La época de la construcción de la Torre del Homenaje vendría derivada de las guerras entre Aragón y Castilla, entre Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla, en el último tercio del siglo XIV.   Pedro IV tiene como aliado a don Enrique de Trastamara, que pretende el trono de su hermano don Pedro El Cruel; don Enrique es el señor de las tierras de Villena y Sax, por pertenecer éstas a su mujer doña Juana Manuel, hija y heredera de don Juan Manuel, y a Pedro IV pertenece Novelda, por ser de la corona aragonesa.   La lucha que sostienen Pedro IV y Enrique de Trastamara con Pedro el Cruel, les obliga a pertrechar sus defensas de estos lugares y a tenerlas a punto, pues es desde aquí, desde donde se ataca y se asedia al de Castilla.   Pedro el Cruel lleva la guerra a estas tierras para desarticular los lugares de aprovisionamiento aragoneses, invadiendo las tierras de Murcia y Valencia, talando sus panes, consiguiendo doblemente reivindicar las tierras que le fueron usurpadas a su abuelo Fernando IV y destruir las defensas de sus enemigos”.

SIMÓN GARCÍA, José Luis;  SEGURA HERRERO, Gabriel (2005). La historia de Sax, tomo III, Sax, Comparsa de Moros, 546 pp.

pp. 299-334: El Castillo de Sax

“En la cara oeste, se puede observar con nitidez cuatro impactos de proyectiles pirobalísticos, adscribibles a una bombarda de calibre medio, posiblemente de munición de piedra, a juzgar por las esquirlas radiales producidas por el impacto sobre la sillería. Estos impactos deben de ponerse en relación con el asedio que la fortaleza sufrió por parte de Joan Roiç de Corella II conde de Cocentaina (1457-1478), en las guerras del marquesado que enfrentaron a Diego Pacheco, marques de Villena, partidario de Juana “La Beltraneja”, con Isabel “La Católica”. El sitio se desarrolló entre el 20 de marzo y el 4 de junio de 1476, y, posiblemente, fue utilizada la incipiente artillería de la época de cuyo despliegue de medios militares y económicos nos da testimonio el padre L. Fullana.

La bombarda debió de posicionarse en las afueras de la fortaleza, en la cresta del afloramiento rocoso, un aproche que hasta la aparición de estas armas ligeras de pólvora, pudo ser provechado por los sitiadores, relacionado, seguramente, con la prolongación de la fortaleza hacia la cresta occidental, al menos hasta el collado.

Los disparos se dirigieron a los ángulos de la torre, con el fin de causar los mayores daños posibles, y se intentó provocar su derrumbe, táctica de ataque frecuente en la época, también documentada en el castillo de la Atalaya de Villena. La efectividad fue nula, pues la torre resistió los disparos, y, si cabe, fue mayor el impacto psicológico causado en los residentes”.

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