Vegetación rupícola

La vegetación rupícola

La mejor representación vegetal del paraje natural se corresponde, sin duda, con las comunidades de roca que colonizan las crestas, las paredes o las laderas inclinadas de la Peña. Se conocen como plantas rupícolas aquellas que crecen sobre rocas prácticamente desnudas, en cortados y con pendientes muy pronunciadas, con un suelo de escaso desarrollo. También, consideramos en este grupo a plantas que, siendo propias de otros hábitats, se encuentran con mayor o menor frecuencia sobre las rocas.

 

Ecología y protección

Las plantas que viven en este hábitat singular son el resultado de miles de años de adaptación y especialización a unas condiciones ambientales extremas: suelo casi inexistente, elevada aridez, exposición al viento, alta insolación, falta de nutrientes y una elevada oscilación térmica entre el día y la noche.

 

Se debe tener en cuenta que estas plantas están sometidas a un muy frágil equilibrio, en consecuencia, bajo ningún concepto se deben arrancar. Estas especies vegetales presentan algunas ventajas y, por supuesto, también algunos inconvenientes. Entre las primeras, está la falta de competencia con respecto a otros ejemplares y especies, y la protección contra ciertos herbívoros que confiere la ubicación privilegiada. En cambio, estas especies se deben adaptar a un entorno en el que no encuentran suelo desarrollado y apenas algo de agua.

 

Estrategias adaptativas

Las especies rupícolas han tenido que adoptar estrategias similares a las plantas del desierto, dado que tienen muy limitado el aprovechamiento del agua de lluvia. De este modo, se observan adaptaciones como el cierre de estomas en las horas de insolación máxima, presencia de pequeñas hojitas carnosas para almacenar agua o recurvadas con diminutos pelos para reducir la evapotranspiración. Otras estrategias observadas son raíces capaces de penetrar en las grietas para asegurar el anclaje en la roca, el aprovechamiento del escaso suelo de pequeños rellanos terrosos, o el desarrollo de extensas raíces y rizomas para colonizar una mayor superficie o mantener una posición erguida.

 

Entre los habitantes de la roca se puede observar: el pinillo de oro (Hypericum ericoides), el té de roca (Jasonia glutinosa), la clavelina de roca (Dianthus broteri) o los zapatitos de la virgen (Sarcocapnos saetabensis), destacando los prados de uva de pastor (Sedum sediforme), como hábitat natural de interés prioritario.

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