La fauna autóctona de Sax

Mamíferos discretos pero imprescindibles: fauna protegida que vive cerca de nosotros

En los bosques, parques y campos que rodean nuestras poblaciones habitan varios mamíferos que, aunque suelen pasar desapercibidos, cumplen funciones esenciales en los ecosistemas. Entre ellos destacan el zorro rojo, la ardilla roja, el erizo europeo y el murciélago común, especies protegidas debido a su valor ecológico.

El zorro rojo es uno de los carnívoros más adaptables de Europa. Puede encontrarse tanto en zonas rurales como cerca de núcleos habitados. Aunque a veces genera preocupación, desempeña un papel importante al controlar poblaciones de roedores y actuar como un eficaz reciclador natural

La ardilla roja, reconocible por su larga cola y su agilidad entre las ramas, se alimenta de piñones, bellotas y frutos del bosque. Es fundamental para la dispersión de semillas, ya que a menudo olvida parte de los alimentos que entierra, favoreciendo así la regeneración de los bosques.

El erizo europeo es un insectívoro muy beneficioso en jardines y zonas verdes, pues consume caracoles, gusanos e insectos. Cuando se siente amenazado, se enrolla formando una bola de púas como mecanismo de defensa. Aunque antes era muy común, sus poblaciones están disminuyendo por atropellos y el uso de pesticidas.

El murciélago común es el único mamífero volador y se orienta mediante ecolocalización, emitiendo ultrasonidos para moverse y cazar insectos por la noche. Un solo ejemplar puede consumir más de mil mosquitos en una sola noche. A pesar de los prejuicios, son animales inofensivos y muy beneficiosos para las personas y el entorno.

Proteger a estos mamíferos es garantizar la salud de nuestros ecosistemas. Aunque muchos son nocturnos o tímidos, su labor silenciosa contribuye cada día al equilibrio natural.

Cernícalo y halcón peregrino: los cazadores del cielo que necesitan protección

El cernícalo vulgar y el halcón peregrino son dos aves rapaces presentes en España y protegidas por la normativa ambiental. Aunque ambos pertenecen al grupo de los pequeños halcones y destacan por su habilidad para cazar en vuelo, presentan diferencias muy interesantes.

El cernícalo vulgar es una de las rapaces más habituales en zonas abiertas, campos agrícolas y entornos periurbanos. Se reconoce fácilmente por su característica capacidad de “quedarse suspendido” en el aire mediante un rápido batido de alas mientras localiza a sus presas. Este comportamiento, conocido como “vuelo cernido”, le permite detectar pequeños mamíferos, grandes insectos y lagartijas con gran precisión.

El halcón peregrino es más grande y robusto, y es conocido mundialmente por ser el animal más rápido del planeta. En sus espectaculares ataques en picado puede superar los 300 km/h, llegando incluso a los 390 km/h en condiciones óptimas. Aunque tradicionalmente vivía en acantilados y zonas montañosas, en las últimas décadas ha colonizado entornos urbanos, utilizando edificios altos como lugares de nidificación.

Ambas especies han sufrido en el pasado por el uso de pesticidas, la pérdida de hábitat y la persecución humana. Gracias a su protección legal y a diversos programas de recuperación, sus poblaciones muestran signos de mejora, aunque todavía requieren vigilancia, conservación y especial respeto durante la época de cría.

Vencejo, avión y golondrina: tres aves viajeras que debemos proteger

El vencejo, el avión y la golondrina son aves muy comunes en pueblos y ciudades durante la primavera y el verano. Aunque su silueta en vuelo puede parecer similar y a menudo se confunden entre sí, pertenecen a familias distintas y muestran comportamientos únicos. Lo que sí comparten es que están protegidas por ley, debido al descenso de sus poblaciones en las últimas décadas.

Estas aves insectívoras son grandes aliadas del ser humano, ya que se alimentan de mosquitos y otros insectos voladores. Además, protagonizan espectaculares migraciones: cada año recorren miles de kilómetros desde África para criar en Europa, regresando nuevamente en otoño. El vencejo común es especialmente sorprendente, pues puede pasar hasta 10 meses seguidos en el aire sin aterrizar, alimentándose, durmiendo e incluso hidratándose mientras vuela.

Entre las principales amenazas para estas especies se encuentran la destrucción de nidos durante obras en edificios, el uso intensivo de pesticidas y la reducción de huecos en las construcciones modernas, que dificultan su nidificación. Por ello, está prohibido retirar o dañar sus nidos, incluso si parecen desocupados, ya que suelen reutilizarse año tras año.

Proteger a estas pequeñas viajeras significa conservar la biodiversidad y mantener el equilibrio natural en nuestras ciudades y en el entorno rural. Su presencia es un indicador de buena salud ambiental y un recordatorio del valor de la vida que nos rodea.

Pequeños cantores y acrobacias aéreas: aves protegidas que alegran nuestros paisajes

En bosques, parques y montañas viven numerosas aves pequeñas que, aunque a veces pasan desapercibidas, desempeñan un papel fundamental en el equilibrio de los ecosistemas. Algunas de ellas —como el carbonero común, el petirrojo, el colirrojo tizón, la chova piquirroja y la curruca cabecinegra— están protegidas debido a su gran valor ecológico y a la reducción de sus poblaciones causada principalmente por la pérdida de hábitats.


El carbonero común es fácilmente reconocible por su cabeza negra con mejillas blancas y su pecho amarillo. Es una especie curiosa y confiada, que suele acercarse a los comederos durante el invierno. Además, posee uno de los repertorios vocales más variados del bosque.

El petirrojo es muy apreciado por su aspecto redondeado y su característico pecho anaranjado. Pese a su apariencia dulce, es un ave muy territorial. Una curiosidad: es de las pocas especies que mantiene su canto activo durante el invierno.

El colirrojo tizón, con su plumaje oscuro y su distintiva cola rojiza en constante movimiento, se ha adaptado muy bien a los entornos urbanos. Puede anidar en pequeñas grietas, estructuras metálicas o farolas, y su presencia suele indicar un entorno saludable.

La chova piquirroja, más propia de zonas montañosas, destaca por su pico rojo curvado y su estilo de vuelo ágil y acrobático. Prefiere anidar en cortados rocosos y es muy sociable, formando grupos ruidosos que sobrevuelan los valles. Aunque a veces se confunde con los cuervos, es más ligera y mucho más activa en el aire.

Por su parte, la curruca cabecinegra es una pequeña ave insectívora que habita en matorrales y monte bajo. El macho presenta cabeza negra y un llamativo anillo ocular rojo. A pesar de su tamaño reducido, es muy inquieta y emite un canto enérgico desde lo alto de los arbustos donde suele posarse.

Estas pequeñas aves, además de llenar el paisaje de cantos y color, contribuyen al control natural de insectos y al mantenimiento de la biodiversidad. Protegerlas significa cuidar también los ecosistemas que compartimos con ellas.

Reptiles al sol: habitantes protegidos de muros, rocas y matorrales

Aunque a menudo pasan desapercibidos o generan rechazo por prejuicios infundados, los reptiles son una parte esencial de nuestros ecosistemas. En nuestra zona, especies como la culebra de herradura, la lagartija ibérica, la lagartija colilarga, el lagarto ocelado, la salamanquesa común y la salamanquesa rosada están protegidas debido a su valor ecológico y a las amenazas que enfrentan por la pérdida de hábitat.

La culebra de herradura es una serpiente no venenosa que se reconoce por el dibujo en forma de herradura situado detrás de la cabeza. Es ágil, una excelente trepadora y se alimenta de pequeños reptiles y roedores. Aunque su aspecto puede intimidar, es completamente inofensiva.

La lagartija ibérica y la lagartija colilarga son dos de los reptiles más habituales en muros, rocas y zonas cálidas y soleadas. La colilarga destaca por su larguísima cola, que le proporciona equilibrio y rapidez. Ambas especies consumen insectos y contribuyen al control natural de plagas.

El lagarto ocelado, el mayor lagarto de la Península Ibérica, llama la atención por su cuerpo robusto y sus llamativos “ocelos” azules en los flancos. Es un depredador muy eficaz que se alimenta de insectos, pequeños vertebrados e incluso huevos. A pesar de su tamaño y fortaleza, cada vez es menos frecuente debido a la fragmentación del territorio.

La salamanquesa común, muy presente en paredes, fachadas y ruinas, es una aliada excelente contra los insectos nocturnos como los mosquitos. Posee pequeñas ventosas en los dedos que le permiten trepar por superficies verticales e incluso por techos.

La salamanquesa rosada, más escasa y delicada, se distingue por su color más claro y su cuerpo fino. Es más sensible a las alteraciones ambientales, por lo que su presencia suele indicar una buena calidad ecológica del entorno.

Lejos de ser peligrosos, estos reptiles son vitales para la salud del medio natural. Su presencia es un indicador de equilibrio ecológico y de la riqueza ambiental de nuestro entorno.

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